Han pasado unos dias, más de quince,menos de treinta…¿qué más da?…te (os) voy a echar de menos toda mi vida.
Han pasado días…¡y qué días! un no parar de noticias, una tras otra, la mayoría tristes y las cuales ha habido que afrontar con las fuerzas que quedan acumuladas. No da tiempo, claro que no. Cuando no asimilas una,…¡plaf! otra…tan grande como increíble, alucinante como cierto; tan injusto como impotente.
No concibo lo ocurrido, me cuesta comprender el presente y desconozco el futuro. Estoy segura de la paz que he de mantener ahora, del cuidado que me debo dar, del pedacito de egoísmo que me he de brindar y de que solo queda caminar, continuar.
Pero también soy consciente de que todas las estrellas que han marchado a un lugar diferente y puede que mejor forman parte de la luz que me despierta en las mañanas, el sonido de los pájaros al cantar, del calor de un abrazo, la suavidad de un beso, el brillo de una mirada, el aire de un suspiro, la calma que da el mar, la lluvia que moja la tierra, la compañía de un bebé, el abrigo en una noche de invierno, el soplo fresco de una noche de verano.
Sé que están en cada decisión tomada, en cada pedazo de triunfo conseguido, en la receta milagrosa de un catarro, la suavidad de preocuparnos por los otros, en la pasión de un «te quiero», cada reconstrucción de un recuerdo, cuidado extra, sonrisa inocente.
Van a estar en cada veinticinco, cada diez o veintitrés…
Y también lo harán en una lágrima o vello de punta, susurro al oído, consejo o «todo irá bien».
Porque aquí no ha quedado todo, todo no ha sido en balde, vuestra vida continúa y nuestras manos irán unidas a las vuestras, desde abajo hasta arriba, de la tierra al cielo, no se verá con los ojos, mas sí con el corazón, cuya vista es mejor.
Unidos para siempre…
C.M.G.